Grecia es considerada la cuna del teatro en Occidente, a partir de una serie de rituales que se celebraban en honor al dios Dionisios (fiestas dionisíacas), divinidad que representaba la vegetación, la fertilidad, las cosechas, la vid, el vino. Estas celebraciones eran en agradecimiento y también para pedir buenas cosechas. En un principio se relataban hazañas y peripecias de Dionisios, pero en algún momento alguien toma el lugar del dios y habla y acciona en su nombre.
Ese momento en que la narración de un hecho (en tercera persona) se transforma en representación del mismo (en primera persona), es considerado el nacimiento del teatro, porque aparece la encarnación de un personaje. El teatro en Grecia tuvo su apogeo entre los siglos VI y III aC. En su libro “Poética” (IV aC), Aristóteles describe al teatro y define lo que debían ser sus tres características básicas, así consideradas por todo el teatro clásico: unidad de lugar, unidad de tiempo y unidad de acción. Las obras eran representadas por un actor y el coro. El actor (uno solo) era quien desempeñaba todos los papeles, cambiando de máscara para decir las partes de los distintos personajes. El coro representaba la voz del pueblo y tenía a su cargo también la parte cantada (oda) y danzada, y su director era el corifeo. Con la evolución del teatro, aparecieron más actores que se repartían los personajes de las distintas obras. A las mujeres les estaba vedado hacer teatro. Los griegos diferenciaron claramente dos formas teatrales: la tragedia y la
comedia.
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