No importa si es una producción comunitaria, escolar o profesional, el teatro siempre tiene un sabor y un encanto especial para el público y para los actores. La construcción de personajes tiene un ritmo distinto y como en cualquier oficio, la práctica hace al maestro. Los ensayos ayudan, pero como actores la experiencia es enriquecedora al presentarse ante público y «sentir» su reacción a los diálogos y escenas.
El teatro no tiene opción de repetir una escena, y cualquier imprevisto debe sortearse en el momento, eso lo hace un reto interesante para un actor. Te permite también jugar con cierta improvisación y experimentar cuál es la reacción del público en ese momento. Muchas veces esos instantes de improvisación se convierten en parte fundamental de la obra, debido a la aceptación del público.
Esa representación enamora al actor y enriquece su formación. Todos los actores disfrutan y aprender mucho del reto de hacer teatro. Es el origen.
Lograr el ritmo en una obra de teatro implica también comenzar a disfrutarla, a sentirte cómodo y conocer bien a tu equipo, no sólo los actores, sino los técnicos que hacen que la magia sea posible. El trabajo se disfruta mucho cuando una obra alcanza su ritmo idóneo.
Con información de onstage.
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